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Apocalypse Now. El descenso de la locura

  • Foto del escritor: Jordi Abarca
    Jordi Abarca
  • 21 oct
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 23 oct

Nos encontramos ante uno de los proyectos más complejos, ambiciosos y delirantes del gran guionista, productor y director de cine estadounidense Francis Ford Coppola. Un rodaje previsto inicialmente para dieciséis semanas y que acabó durando quince meses. Estamos hablando del film Apocalypse Now (1979), una auténtica joya que nos transmite sin complejos las consecuencias traumáticas y desastrosas que tuvo el impacto de la guerra del Vietnam en la población civil, y que nos permite reflexionar sobre la transformación que realizan los seres humanos ante la brutalidad de la guerra y sus extremas condiciones. Un film que proyecta el descenso a la locura más impactante de la historia del cine. Es considerada una de las grandes obras de la historia cinematográfica y está inspirada en la novela de 1899 El corazón de las tinieblas, del escritor polaco Joseph Conrad, que trata temas como el colonialismo, el racismo, el choque de culturas y la violencia humana.


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Para ponernos en contexto es importante recordar el porqué del conflicto bélico. El origen de la guerra del Vietnam (1955-1975) se produce en el transcurso de la Guerra Fría. Más concretamente, en una guerra civil donde los protagonistas son Vietnam del Norte y el Viet Cong, fuerza guerrillera (parte comunista apoyada por la URSS y China) que pretendía unificar el país bajo un solo gobierno comunista. Por otra parte, Vietnam del Sur luchaba por independizarse del Norte (parte anticomunista apoyada por su principal aliado, Estados Unidos). Estos últimos temían la expansión del comunismo, sobre todo en zonas estratégicas del sudeste asiático. Todo este cóctel convirtió a Vietnam en un campo de batalla para frenar a toda costa el crecimiento del comunismo y evitar que se propagara rápidamente por otros países vecinos.


La guerra terminó oficialmente con la derrota de los Estados Unidos y se recuerda como la mayor derrota del país, pese a su contundente superioridad militar. En este conflicto armado fallecieron millones de personas inocentes, ancianos, mujeres y niños. Se calcula que aproximadamente murieron tres millones de personas, incluyendo civiles y militares de ambas partes del conflicto.

 


Un viaje a la psicosis


La historia empieza con el capitán Willard, un oficial de las Fuerzas Especiales que se encuentra en una habitación en la ciudad de Saigón (Vietnam del Sur hasta 1975). De fondo se escucha una canción icónica e hipnótica titulada The End, de la banda de rock y blues The Doors. El capitán Willard parece ser un hombre muy perdido, atormentado y roto por dentro. Es víctima de una guerra que lo supera y lo deja profundamente insatisfecho.


El protagonista es citado a una misteriosa reunión encomendada por la CIA (Agencia Central de Inteligencia). Tiene como misión cruzar la frontera entre Vietnam y Camboya para poner fin a la vida del ex coronel Kurtz, un militar condecorado con un historial impecable que parece haber perdido la razón, ya que ha iniciado por cuenta propia su guerra, siendo considerado una amenaza para el propio ejército norteamericano.


Uno de los generales de la CIA le comenta a Willard: “Todos tenemos un conflicto interno entre el bien y el mal, y Kurtz ha decidido tirar hacia el lado más oscuro.”

Kurtz fue un destacado militar estadounidense que decidió desertar del ejército después de conquistar y reinar sobre una tribu indígena que lo idolatra. El capitán Willard se encuentra muy confundido ante dicha misión. Hasta ahora había tenido que eliminar a civiles vietnamitas, y esta vez debía matar a un oficial estadounidense, como si se tratara de una batalla de los Estados Unidos contra los mismos Estados Unidos.


En esta psicodélica misión se encuentra con el teniente coronel Kilgore, un hombre duro, absolutamente deshumanizado, cargado de contradicciones en sus acciones, amante del surf y fascinado por la guerra. El coronel Kilgore debe transportar y escoltar a Willard, a la patrullera y a los cinco miembros de la tripulación, a una parte del río para poder empezar el descenso a los infiernos. Para Kilgore, la guerra parece ser un juego, y lo demuestra dirigiendo a un conjunto de helicópteros con La cabalgata de las valquirias, de Wagner, sonando a todo volumen en los altavoces del helicóptero para intimidar al enemigo. Se dirigen hacia una zona del río para dejar a la tripulación y aprovechar que hay olas para poder practicar surf, pero para hacerlo en buenas condiciones deben invadir todo un poblado vietnamita, matando a niños y mujeres inocentes.


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Una de las escenas más delirantes es ver cómo caen explosiones muy cerca de él y no se inmuta en absoluto; su única obsesión es que algunos soldados practiquen surf como si estuvieran en una auténtica playa de California. El coronel Kilgore, enloquecido, grita en una de las escenas: “¿Hueles eso, hijo? Es napalm, hijo. Nada en el mundo huele así. Me encanta el olor a napalm por la mañana. Sabes, una vez bombardeamos una colina durante doce horas. Cuando subí, no encontramos a ninguno de ellos, ni un solo cuerpo apestoso. El olor, ¿sabes ese olor a gasolina? Toda la colina olía a victoria.”


Este es un claro ejemplo de los horrores de la guerra que se vivían en Vietnam, y de cómo el coronel Kilgore está completamente gobernado por la psicosis (estado mental grave por la pérdida de contacto con la realidad, que se manifiesta a través de delirios y alucinaciones).


El viaje hacia el caos empieza con la patrullera naval y la tripulación remontando el río Nung hasta Camboya para acabar con el coronel Kurtz. Una noche, Willard acompaña al tripulante Chef a la jungla para recoger mangos y se encuentran con un tigre. Invadidos por el pánico, regresan a la patrullera con una lección muy clara: nunca hay que abandonar el barco. En el transcurso del descenso, el capitán Willard realiza un viaje interior que lo lleva lentamente al infierno y a la locura absoluta. El capitán va estudiando todos los informes y archivos que recibe del coronel Kurtz, y cada vez empatiza más con él, hasta el punto de dudar profundamente sobre la propia misión y sobre si debería llevarla a cabo.


En estos informes, Kurtz denuncia la hipocresía del gobierno de Estados Unidos ante la guerra. Acusa las mentiras del ejército y expone las falsedades de la intervención estadounidense en Vietnam. Describe a sus superiores como hipócritas, ya que lo tildan de loco, cuando lo único que hace es decir verdades incómodas que no gustan a los mandamases del ejército norteamericano.

En este descenso por el río Nung se encuentran con un campamento donde se ha preparado un espectáculo de Playboy, como si fuera un show de las mismísimas Vegas, con la intención de animar a los soldados en medio de la crueldad de la guerra.El gobierno norteamericano intenta mantener distraídos de manera inmoral a los soldados ante tanta locura y desgaste emocional, en una guerra con motivos cada vez menos claros.


La patrullera sigue su odisea, que avanza cada vez más hacia la locura absoluta, cuando se encuentran con el puente fronterizo de Do-Lung, lo más parecido al infierno. Un lugar donde nadie tiene el mando y donde se encuentran con muchos soldados americanos desencajados y gritando presas del horror, lanzándose al agua para ser recogidos por la patrulla, mientras las bombas estallan sobre el puente hasta llegar a destruirlo. Llegados a este punto de no retorno, la tripulación solo tiene tres opciones: volver sin cumplir la misión, enloquecer más de lo que están o llegar hasta el endiosado Kurtz.


Finalmente deciden seguir la travesía hacia el corazón de las tinieblas y a los dominios de Kurtz. Antes de llegar al escondrijo del coronel, la tripulación es dominada por la locura y deciden disparar a un grupo de indígenas. Estos, muy asustados, se defienden lanzando flechas y provocando la muerte del jefe de la patrulla. En este momento se demuestra el claro conflicto entre la “sociedad civilizada” y la naturaleza.


Cuando finalmente llegan al objetivo, se encuentran con un ejército primitivo donde reina totalmente el silencio. Antes de localizar al coronel Kurtz, el capitán Willard se encuentra con un fotógrafo de guerra desquiciado y excéntrico, gran defensor del coronel y quien documentó toda su ascensión al poder. En una de las escenas, el fotoperiodista sin nombre le dice a Willard: “A Kurtz se le escucha, pero no se le pregunta.”


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El capitán Willard se encuentra finalmente con el coronel Kurtz, un hombre que parece haber sido consumido totalmente por la guerra y la jungla, pero que mantiene cierta lucidez en sus monólogos. Kurtz tiene muy claro desde el primer minuto que Willard viene a matarlo para cumplir las órdenes del ejército, pero parece que, harto de la guerra, no le importa morir.

Finalmente, el capitán Willard se pinta el rostro con camuflaje de guerra y decide matar a Kurtz. La tribu indígena lo adora, pero el capitán Willard rechaza su reinado.Cumple con la misión, pero con la sensación de que le importa muy poco seguir vivo, como si el objetivo final de su existencia hubiera sido eliminar a Kurtz, y a partir de ese momento supiera que estará traumatizado el resto de su vida.


Los traumas de la guerra hacen referencia al Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), una afección de la salud mental que se desarrolla después de vivir o presenciar un evento traumático, como una guerra. Las víctimas de este trastorno pueden revivir la experiencia traumática en ciertos momentos, sufrir pesadillas, problemas de comportamiento, hipervigilancia, dificultades para dormir, irritabilidad, desesperanza y evitar situaciones que les recuerden el evento traumático.


El director Francis Ford Coppola quiso denunciar en Apocalypse Now, estrenada en 1979, la locura de la guerra. Denunció el impacto traumático —psíquico, físico y emocional— que sufrió la población civil ante un conflicto bélico absurdo y profundamente perturbador, que deshumaniza a las personas y provoca un estado de despersonalización.


Este artículo está basado en la primera versión original de la película de 1979. Hay que tener en cuenta que existen otras dos versiones extendidas del metraje original: por una parte, Apocalypse Now Redux (2001); y la más reciente Final Cut (2019), de las cuales no puedo hablar, ya que no las he visto hasta el momento.


Una recomendación especial que os hago es que veáis el documental Corazones en tinieblas (1991), filmado por la esposa del director, Eleanor Coppola, que relata la historia detrás de uno de los rodajes más caóticos, peligrosos y salvajes del cine.

 
 
 

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